EFICACIA DE LA PSICOTERAPIA
Fuente: Colegio Oficial de Psicólogos de España.
La APA hace referencia a la psicoterapia entendida globalmente, incluyendo cinco
grandes categorías: terapia conductual, terapia cognitiva, terapias humanistas,
psicoanálisis y terapias psicodinámicas y terapia integrativa u holística, y
define el término psicoterapia como "la aplicación informada y deliberada
de métodos clínicos y posicionamientos interpersonales, derivados de principios
psicológicos establecidos, con el propósito de ayudar a las personas a
modificar sus conductas, cogniciones, emociones y/u otras características de
personalidad en la línea que los participantes estimen conveniente". Entre
los beneficios asociados a estas intervenciones psicológicas, la APA subraya su
capacidad para aliviar síntomas, reducir la probabilidad de recaídas, mejorar
la calidad de vida, promover el funcionamiento adaptativo en el trabajo, en la
escuela y en la red social, así como facilitar el establecimiento de hábitos de
vida saludables.
La Resolución de la APA recopila la literatura científica existente (más de
140 estudios de calidad y metaanálisis) que avala la eficacia de la psicoterapia
en ensayos clínicos controlados y en contextos reales, así como los resultados
obtenidos en diversas poblaciones.
Eficacia de la psicoterapia
Respecto a la investigación sobre la eficacia de la psicoterapia en ensayos
clínicos, la APA resalta los siguientes hallazgos:
Se reconoce ampliamente que los efectos generales o
promedio de la psicoterapia son significativos y elevados. Esta magnitud alta
del efecto asociada a la psicoterapia, se mantiene a lo largo de la mayoría de
las condiciones diagnósticas, con variaciones asociadas más bien a la gravedad
general del cuadro (cronicidad, complejidad, intensidad de la sintomatología…),
que al diagnóstico específico (Beutler, 2009; Beutler & Malik, 2002a,
2002b; Malik & Beutler, 2002; Wampold, 2001).
Los efectos beneficiosos de la psicoterapia tienden a
mantenerse durante más tiempo y presentan una probabilidad menor de requerir
intervenciones adicionales en comparación con los tratamientos farmacológicos.
Por ejemplo, en el tratamiento de los trastornos de depresión y ansiedad, los
clientes/pacientes de la psicoterapia adquieren una serie de habilidades que
son de utilidad más allá del tratamiento y que, por lo general, continúan
produciendo mejorías una vez finalizado el mismo (Hollon, Stewart, &
Strunk, 2006; Shedler, 2010).
Para la mayoría de los trastornos psicológicos, la
evidencia proporcionada por las investigaciones clínicas rigurosas ha puesto de
manifiesto que una variedad de psicoterapias son eficaces en niños, adultos y
adultos mayores. En general, estos estudios muestran "grandes"
efectos beneficiosos de la psicoterapia, en comparación con la ausencia de
tratamiento, confirmando la eficacia de la psicoterapia en las diversas
condiciones y contextos (Beutler, 2009; Beutler, et al., 2003; Lambert
& Ogles, 2004; McMain & Pos, 2007; Shedler, 2010; Thomas
& Zimmer-Gembeck, 2007; Verheul & Herbrink, 2007; Wampold,
2001).
Las comparaciones entre las distintas modalidades de
psicoterapia no suelen presentar diferencias significativas, y generalmente
suelen estar moderadas por factores contextuales y relacionales. Estos
resultados sugieren que (1) la mayoría de las psicoterapias más válidas y
estructuradas son bastante equivalentes en eficacia y (2) las características
del paciente y del terapeuta, que no están generalmente determinadas por el
diagnóstico del paciente o por la aplicación de una modalidad de psicoterapia
específica, afectan a los resultados (Castonguay & Beutler, 2006;
Miklowitz, 2008; Norcross, 2011).
En los estudios que evalúan la eficacia de la
psicoterapia, los clientes a menudo informan que los beneficios del tratamiento
no sólo perduran, sino que se amplían tras la finalización del tratamiento, tal
y como se observa en el aumento del tamaño del efecto al realizar la evaluación
de seguimiento de los pacientes (Abbass, et al., 2006; Anderson &
Lambert, 1995; De Maat, et al., 2009; Grant, et al., 2012; Leichsenring
& Rabung, 2008; Leichsenring, et al., 2004; Shedler, 2010).
La investigación que utiliza estrategias de evaluación
comparativa ha establecido que la psicoterapia implementada en contexto real es
generalmente tan eficaz como la psicoterapia evaluada en los ensayos clínicos
(Minami et al, 2008; Minami, et al, 2009; Minami y Wampold, 2008; Nadort, et..
al, 2009;. Gales, Palmer, y Fairburn, 2009).
La evidencia científica demuestra que la psicoterapia es
un tratamiento eficaz, en la mayoría de los clientes/pacientes que sufren
trastornos de ansiedad y depresión, para alcanzar o recuperar un nivel de
funcionamiento adecuado y típico de la población general, en un periodo
relativamente breve de tratamiento (Baldwin, et al, 2009;. Minami, et al,
2009;. Stiles, et al, 2008;. Wampold & Brown, 2005).
La investigación actual está tratando de identificar los
factores que marcan la diferencia en los resultados en psicoterapia, y las
conclusiones de estos estudios permitirán que los clínicos puedan tomar las
mejores decisiones (Gibbon, et al, 2010; Kazdin, 2008).
Los investigadores seguirán examinando las causas que
explican los resultados positivos y negativos en psicoterapia, ya sean las
técnicas, variables del cliente/paciente, variables del terapeuta, o alguna
combinación de los mismos, con el fin de seguir mejorando la calidad de las
intervenciones en salud mental (Barlow, 2010; Dimidjian y Hollon, 2010; Duggan
& Kane, 2010; Haldeman, 1994; Wilson, Grilo, y Vitousek, 2007).
Eficacia asociada a las políticas de atención sanitaria
El comunicado de la APA también recoge la evidencia científica sobre la
psicoterapia en relación con su implementación en las políticas de atención
sanitaria, poniendo de manifiesto que:
Los efectos de la psicoterapia, en todos los grupos de
edad y para una variedad de trastornos mentales, superan o son comparables a
los tamaños del efecto de muchos fármacos, y algunas de las intervenciones
farmacológicas y procedimientos médicos para tratar estas condiciones conllevan
efectos secundarios adversos y un coste económico más elevado en comparación
con el coste de la psicoterapia (Barlow, 2004; Barlow, Gorman, Shear, &
Woods, 2000; Hollon, Stewart, & Strunk, 2006; Imel, McKay, Malterer,
& Wampold, 2008; Mitte, 2005; Mitte, Noack, Steil, &
Hautzinger, 2005; Robinson, Berman, & Neimeyer, 1990; Rosenthal, 1990;
Walkup, et al., 2008; Wampold, 2007, 2010).
Un amplio cuerpo de evidencia científica ha documentado
la eficacia de la psicoterapia para el manejo de los problemas que afectan a
los niños y adolescentes (p.e., Henggeler & Schaeffer, 2010; Roberts,
2003; Walker & Roberts, 2001; Weisz et al., 2005).
Los grandes estudios multicéntricos y los metaanálisis
han demostrado que los programas de psicoterapia reducen el número de visitas
al médico y el gasto sanitario (Chiles, Lambert, & Hatch, 2002;
Linehan, et al., 2006; Pallak, Cummings, Dorken, & Henke, 1995). Además,
los pacientes con trastorno de salud mental que recibieron tratamiento
psicológico disminuyeron un 17% el gasto en atención médica general en
comparación con aquellos que no recibieron tratamiento para su condición de
salud mental, cuyo coste aumentó un 12,3% (Chiles, Lambert, & Hatch,
2002).
Existe una creciente evidencia científica de que la
psicoterapia es rentable, reduce la discapacidad, la morbilidad y la
mortalidad, mejora el funcionamiento en el trabajo, disminuye los días de
hospitalización psiquiátrica, y a veces también posibilita la reducción del uso
innecesario de los servicios médicos y quirúrgicos, incluso para las personas
con enfermedad mental grave (Dixon-Gordon, Turner, & Chapman, 2011;
Lazar & Gabbard, 1997). Ciertos modelos exitosos basados en la
integración de la salud mental en la atención primaria han demostrado una
reducción del 20% al 30% de los costes médicos, incluyendo el coste de la
atención psicológica-conductual (Cummings, et al., 2003). Además, el
tratamiento psicológico de las personas con enfermedad crónica en sesiones de
grupos pequeños ha demostrado proporcionar un ahorro en la atención sanitaria
de 10 dólares por cada dólar empleado (Lorig, et al., 1999).
Existe una fuerte evidencia científica que defiende las
relaciones entre la salud mental y la salud física, así como un número cada vez
mayor de modelos y programas que apoyan la integración del tratamiento
psicológico en el sistema de atención primaria (Alexander, Arnkoff, &
Glass, 2010; Felker, et al., 2004; Roy-Byrne, et al., 2003). De hecho, los
tratamientos de atención temprana en salud mental que incluyen la psicoterapia
reducen los gastos sanitarios generales, simplifican y mejoran el acceso a los
servicios adecuados y la atención a las personas que lo necesitan y mejoran la
elección del tratamiento.
Muchas personas prefieren la psicoterapia a los
tratamientos farmacológicos debido a los efectos secundarios adversos de la
medicación y a diferencias individuales, y se ha comprobado que las personas
presentan una mejor adherencia al tratamiento si se les da opción de participar
en la elección de su tratamiento (Deacon & Abramowitz, 2005; Paris,
2008; Patterson, 2008; Solomon et al., 2008; Vocks et al., 2010). La literatura
científica sugiere que tanto la finalización del tratamiento antidepresivo como
la falta de adherencia al mismo están asociados a unos costes económicos muy
altos, por lo que la psicoterapia es una intervención más rentable a largo
plazo (Cuijpers, et al., 2010; Hollon, et al., 2005; Pyne, et al., 2005).
Eficacia en poblaciones diversas
Finalmente, el texto de la APA menciona los principales resultados de la
psicoterapia en diversos grupos de pacientes, tal y como ha demostrado la
evidencia científica hasta la fecha, concluyendo que:
La mejor evidencia científica muestra de manera
consistente que la psicoterapia individual, grupal y de pareja/familia es
eficaz para una amplia gama de trastornos, síntomas y problemas en niños,
adolescentes, adultos y adultos mayores (American Group Psychotherapy
Association, 2007; Burlingame, et al, 2003;. Carr, 2009a, 2009b; Chambless, et al, 1998;. Horrell, 2008; Huey
& Polo, 2008, 2010; Knight, 2004; Kosters, et al, 2006;. Lambert y
Archer, 2006; Norcross , 2011; Pavuluri, Birmaher, & Naylor, 2005;
Sexton, Alexander, y Mease, 2003; Sexton, Robbins, Hollimon, Mease, y Mayorga,
2003; Shadish & Baldwin, 2003; Stice, Shaw, y Martí, 2006; Wampold ,
2001; Weisz y Jensen, 2001).
El
desarrollo y/o adaptación de las intervenciones de psicoterapia basadas en la
evidencia en función del grupo de edad al que van dirigidas ha demostrado
aumentar la eficacia del tratamiento en la reducción de la sintomatología y en
la mejora del funcionamiento de la vida diaria del paciente. La evidencia
científica defiende el uso de la psicoterapia como una intervención de primera
línea en el caso de adultos mayores que viven en la comunidad, adultos mayores
con enfermedades médicas, personas con bajos ingresos, minorías étnicas y
personas que presentan trastornos cognitivos leves concomitantes. Además, cada
vez más estudios han documentado que los adultos mayores responden bien a una
variedad de formas de psicoterapia y que pueden beneficiarse de las
intervenciones psicológicas en un grado comparable al de los adultos más
jóvenes. Asimismo, muchos adultos mayores prefieren la psicoterapia a los
antidepresivos, siendo la psicoterapia una opción de tratamiento muy válida
para las personas mayores que presentan enfermedades crónicas y se encuentran
polimedicadas, ya que estas personas son más propensas a los efectos adversos
de los psicofármacos que los adultos jóvenes (Alexopoulos et al ., 2011; APA,
2004; Areán, et al, 2005a;. Areán, et al, 2005b;. Areán, goma, Tang, y Unutzer,
2007; Areán, et al, 2010;. Arnold, 2008; Gum, Areán , y Bostrom, 2007;
Cuijpers, van Straten y Smit, 2006; Kazdin, et al, 2010;. Kaslow, et al, 2012).
Los investigadores y profesionales continúan
desarrollando enfoques y modalidades culturalmente relevantes y socialmente
proactivas que permitan a los psicólogos extender los servicios
psicoterapéuticos a las poblaciones vulnerables y marginadas, como adultos,
niños y familias que viven en la pobreza (Ali, Hawkins, y Cámaras de 2010,
Belle & Doucet, 2003; Goodman, Glenn, Bohlig, Banyard, y Borges, 2009;
Smith, 2005 2010,; Smyth, Goodman y Glenn 2006).
Puesto que tanto las mejores prácticas basadas en la
evidencia en la población general, como las intervenciones adaptadas a las
diferentes culturas suelen ser eficaces con minorías étnicas, los psicólogos
que trabajan con poblaciones marginadas pueden mejorar la eficacia de sus
intervenciones aumentando su nivel de concienciación acerca de prejuicios de
género, edad, raza o clase social. La adquisición de competencias
multiculturales y la adaptación de la psicoterapia a estos grupos específicos
pueden mejorar el compromiso del cliente y su adherencia al tratamiento,
facilitando el desarrollo de la alianza terapéutica (Griner y Smith, 2006;
Horrell, 2008; Huey & Polo , 2008, 2010; Miranda, et al, 2005;.
Miranda, et al, 2006;. Vásquez, 2007; Whaley & Davis, 2007).
La investigación actual continúa apoyando que la
psicoterapia, tanto en la modalidad de intervención clínica grupal como
individual, es un tratamiento eficaz para las personas con discapacidad. Los
estudios también indican que la psicoterapia es eficaz para una variedad de
condiciones, incluyendo la discapacidad cognitiva, intelectual, auditiva,
física, visual y los problemas psicológicos. La investigación científica apoya
que la psicoterapia es eficaz para las personas con discapacidad a lo largo de
su vida. Algunas de las investigaciones que han demostrado la eficacia de la
psicoterapia en estos grupos son: Glickman (2009), Hibbard, Grober, Gordon, y
Aletta (1990), Kurtz & Mueser (2008), Livneh & Sherwood (2001),
Oslo, Glynn , Wilkniss, y Silverstein (2010), Olkin (1999), Perlman, Cohen,
Altiere, Brennan Brown, Mainka, y Diroff, (2010), Rice, Zitzelsberger, Porche,
y Ignagni (2005), Radnitz (2000), y Vail y Xenakis (2007).
Los estudios han puesto de manifiesto los efectos
beneficiosos de la psicoterapia en la mejora del estado de ánimo y la reducción
de los síntomas de depresión, en personas con enfermedades físicas agudas o
crónicas, como por ejemplo, artritis, cáncer o VIH/SIDA (Fisch, 2004;
Himelhoch, et al, 2007; Lin, et al, 2003).
Si bien algunas adaptaciones culturales de las
intervenciones psicológicas han demostrado ser eficaces, muchas comunidades de
poblaciones marginadas se pueden seguir beneficiando de estas adaptaciones
específicas. A la hora de implementar los programas de intervención
psicológica, los psicólogos deben ser sensibles a estas necesidades específicas
y desarrollar las adaptaciones pertinentes (Butler, O'Donovan, y Shaw, 2010;
Cabral & Smith, 2011; Gilman, et al, 2001;. Smith, 2005; Sue &
Lam, 2002).
Por lo tanto,
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la APA resuelve que la psicoterapia,
como un servicio profesional y una práctica curativa, es eficaz y muy rentable.
Tanto en ensayos clínicos controlados como en la práctica clínica, la
aplicación de la psicoterapia en personas con trastorno mental supone unos
beneficios marcadamente superiores a la ausencia de aplicación de este tipo de
tratamiento. En consecuencia, la psicoterapia debe ser incluida dentro del
sistema sanitario como una práctica consolidada y avalada en la evidencia.
Asimismo, la APA reafirma su compromiso de redoblar su esfuerzo en educar al
público general sobre la eficacia de la psicoterapia; apoyar las iniciativas
que promocionen el reconocimiento formal de la psicoterapia dentro de los
sistemas sanitarios; ayudar a desarrollar políticas encaminadas a garantizar el
acceso a la psicoterapia en los sistemas de salud, prestando especial atención
a las necesidades de las poblaciones marginadas y a la integración de la
investigación y la práctica clínica; y defender la asignación de presupuestos
para esta modalidad de tratamiento.
Finalmente, la APA anima a la comunidad científica a continuar trabajando en
la investigación sobre la eficacia y la efectividad de la psicoterapia.